En nuestro universo las cosas tienden a desgastarse, romperse y degradarse. Las construcciones se cuartean y se derrumban, todos los seres vivos envejecemos; de acuerdo a un principio de la termodinámica, es el «progreso para la destrucción». En una de sus interpretaciones hace referencia al desorden en el universo, a que este se hace cada vez más caótico; lo que nos hace pensar que todo empeora y se arruina irremediablemente.
Este deterioro da paso a apreciar un panorama distinto que con frecuencia ignoramos. Nos lleva a contemplar lo perecedero de las cosas, la corrosión de la arquitectura que forma parte de nuestro paisaje en la Ciudad de México. Es así como todo lo que construye el ser humano cuenta una historia de principio a fin, y en algún minuto se retrata para fijar ese momento en el que la entropía queda suspendida en un lienzo sin que el paisaje pueda envejecer más, sin embargo, te contaré todo lo que el paso del tiempo le ha hecho hasta ese instante.
«El Paisaje retoma importancia desde el punto de vista político, económico y social porque es el reflejo del mismo. Pintarlo es una denuncia a este modelo, que segrega la identidad de los lugares»
-Krysia González